viernes, 9 de marzo de 2012

Ya nunca hablas de amor....

Ya nunca hablas de amor…
Eso me decís alguna de las personas que seguís de manera activa el blog, pero….créeme que en casi todo lo que escribo hay mucho amor. Desde la crónica de la película que veo hasta el invitado que entrevisto o la función que no me convence demasiado. No concibo la vida sin amor y como me enseño el otro día Lourdes Bedia, que además de ser una excelente cómica es como las confituras, como los caramelos afables y las chucherías que te convierten mas niño. Es suave, azucarada y bondadosa como los latidos que el corazón que no tiene musculo y si mucho sentimiento bombea amor. Eso que es tan difícil de definir, pero observándola a ella, es fácil de percibir.
El mayor de los amores que puede haber, es la amistad con la admiración que durante años puedes profesar a una persona y así me lo enseño, y así lo aprendí una mañana de sol en Donostia.
Me gusta hablar de amor y lo hago siempre que puedo, aunque quizás el amor haya que practicarlo más y hablarlo menos. (Entiéndase como se entienda en todos los sentidos)
Y aunque la pasión es desordenada, ordenare mis pasiones para no caer en prisiones que fácilmente te atrapan. Liberado ya de algunos barrotes y defensor de que la vida tiene que ser intensa y no extensa. Y si esta es corta, tenemos que hacerla ancha para transitar con ella.
En estas que el amor, solo lo hemos relacionado a una persona con la que compartir nuestra vida, con la que “estrechamos” “lazos” de unión. Cuando descubres que el amor, es mucho más plural que una vida singular, cuando descubres que el amor es cada uno de los minutos que vives y cada una de las cosas que haces con ganas, con arranque, cariño, frenesí y querencia. Te das cuenta que por mucho que ames a tu pareja, el amor tiene esa capacidad de multiplicarse y crecer cuanto más lo cultivas. No pienses que me estoy poniendo demasiado espiritual, pero si piensa que cada una de las cosas que hacemos en el día a día pueden hacerse con ganas y con consciencia o como esa ducha que os pegamos a la mañana para cumplir el trámite de asearnos. Pues hasta aquí tienes dos formas de ducharte; siendo consciente y disfrutando cada gota que percibes en tu cuerpo desnudo o hacerlo rápido para seguir “no estando” en lo siguiente.
El amor, es más que el beso con lengua que dicen mis hijas cuando hablan de películas de mayores, el amor es más que la relación de pareja que obliga a casi todo, cuando es justo lo contrario. El amor no es el poema que un día Neruda escribió para lucirse, ni la mirada ensayada que viste en la película que reventó las taquillas americanas…El amor es no darse cuenta de que sin tocar, le estas tocando, sin besar le estas besando. Bien es cierto que algunos somos primitivos y necesitamos de lo implícito primero, necesitamos del abrazo, del beso y de la caricia que inicie esa didáctica del amor, para luego con esa sutileza tan femenina podamos entender otras cosas que nos hablan de amor.
Y aquí sigo, peleándome con el calentador del gas que se resiste a encenderse, mientras un pequeño haz de luz entra de puntillas por la ventana. Me miro las manos y sin serlo parece que tengo un pasado agrario o más bien de pelotari.
Llega por los cristales la desabrochada mañana, y gasto mi silencio con un grito al quemarme con la cerilla. Me miro la mano, me miro en el espejo y veo que este futuro no es mío, tengo un vacio llamándome y una soledad amontonada que con este soliloquio quejumbroso ve algo de luz. Cambio rápidamente de campo visual y una lagrima de esas que salen cuando la emoción empieza a secuestrarte. No son sollozos de desdicha, sino de alegría por ver que el amor esta a mi espalda, ahora solo tengo que darme la vuelta para abrazarle.
jabier@lavisita.com
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